viernes, 19 de agosto de 2011

Presunción de algunos “creadores” y “expertos”


Dr. Miguel Ángel Núñez

El arte es un campo minado deopiniones divergentes. Cuando leo algunas de las disputas que se observan enlos foros de opinión no dejo de sorprenderme por la mezcla de vanidad,presunción y orgullo que prima en muchas de las opiniones.

La música es un arte, pero tienedos actores principales, el creador y el que aprecia la creación. ¿Cuál es el factormás importante de esa ecuación? En realidad los dos y ninguno, porque senecesitan mutuamente.

Concedo que la música cristianaes para adoración, pero no deja de ser creación artística. Eso me trae a lamemoria algunas de las frases que algunos “expertos” suelen esgrimir enrelación a su arte.


Hace unos quince años, cuando eracapellán de la Universidad Adventista del Plata, solía escuchar en lasreuniones a un “experto” que solía decirnos al resto:

―Es que ustedes no son músicos,no pueden entender ―Y ahí se quedaba condescendiente y poniéndonos en la carasus “logros” musicales y “estudios” en ese sentido.

¿Qué deberíamos entender?

¿Que el profesional de la músicaestá en mejores condiciones de entender que aquel que sólo escucha? Eso seríacomo decirle al creador del IPod que él tiene razón absoluta y que nosotros,los consumidores, somos un elemento nulo en la ecuación, un 0 a la izquierdasin valor en la sumatoria de los factores.

Adorantes y adorador

Esta discusión no es nueva, laescucho desde mis días de estudiante, cuando me atreví a formar un conjuntomusical en el antiguo Colegio Adventista de Chile, y tuve la osadía de cantarjunto a un grupo de jóvenes inocentes e idealistas cantos del “pecaminoso” HeritageSingers, el otro día miré la foto de ese grupo donde hay profesionales entodas las áreas, varios doctorados y algunos en puestos importantes en laorganización adventista… Por lo visto, ninguno de ellos “se contaminó” como unode nuestros profesores nos advirtió con miedo en ese momento augurándonos laspenas del infierno…

¿Por qué nos atrevemos a decir loque Dios espera? ¿Quiénes somos para ponernos en el lugar de Dios? ¿Quiénes noscreemos para ir más allá de lo que la lógica nos permite? ¿Quiénes somos parahacer “eiségesis” de la Biblia, es decir, agregar lo que no se dice y hacercaso omiso a lo que sí dice? ¿Quién nos llamó como portavoces de condena departe de Dios?

El otro día, en otro post, desafiéa los “expertos” a señalarme una explicación del “pandero y danza” del Salmo150, sintomáticamente nadie dijo nada, ni aun los más extremistas que suelenhablar de “instrumentos musicales de Dios” y aquellos que son del diablo, lamisma discusión que se tuvo hace un siglo cuando se introdujo el piano a laiglesia… “ese vil instrumento que se usaba en cabarets y cines”.

La Biblia nos permite hablarsobre algunas cosas, que están claramente delimitadas, pero no de otras queentran exclusivamente en el campo de la especulación y los gustos personales,que son tan complejos como la vida misma. Yo gozo con la música “vieja” de DelDelker, pero también con Jesús Adrián Romero y David Philps. No soporto a losHeraldos del Rey, pero me gusta mucho The Cathedrals… ¿Quién tiene la vara paramedir? ¿Quién puede juzgar?

Jesús dijo:
No juzguen a nadie, para quenadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con lamedida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mat 7:1-2).
No lo dice un pastor, ni undoctor en teología, lo dice Jesús. Si, ¡el mismo Cristo! El otro día leí esteversículo en un foro que busca, supuestamente, “la verdadera adoración” yalguien replicó diciendo: “¡Claro que hay que juzgar! Si seremos jueces y reyes”.Diría como Esteban y Cristo: ¡Perdónalo Señor, que no sabe lo qué dice! Eso estomar la Biblia fuera de contexto, no sólo textual sino, en este último caso,temporal.

Cuando Cristo emite estadeclaración lo hace entendiendo que nadie, ningún humano, tiene el derechodivino de condenar a ninguna persona. Cuando juzgamos, nos convertimos enjueces de la conciencia y motivación de otras personas. ¿Quién nos ha dado esederecho?

La invitación de Cristo es “nojuzgues”, en otras palabras, no condenes. No tienes derecho a hacerlo. Dios vemotivos, no acciones. ¡Bendito Dios que el juez es Dios y no algunos de los quepululan en estos foros que dan una triste muestra de cristianismo y falta de bondadcristiana.

La nueva inquisición

El otro día entusiasmado le enviéun enlace de Youtube a mi hija con un trío de varones que no conocía y cantandouna hermosa melodía de alabanza. Ella me contestó: “¡Papy! Hace mucho tiempoque los conozco, te quedaste atrás…” No pretendo ser vanguardista, pero mi hijame recordó lo que hace mucho tiempo sé, también la música es cuestión deedades.

Mi hija (que es música, tocapiano, compone y canta), aprecia un tipo de música, no siempre coincidimos enlo que escuchamos, pero no deja de ser mi hija, nunca me atrevería a juzgarla.

Mi hijo (que es músico, tocaguitarra, saxo, bajo electrónico, y compone), aprecia un tipo de músicadiferente al de su hermana, y definitivamente, estamos muy lejos el uno delotro de la música que nos agrada a ambos, sin embargo, nunca lo juzgaría. Notengo derecho.

Mi yerno (que es músico, tocapiano y es experto en electroacústica, y también es compositor), tiene un gustomuy bueno, sin embargo, no siempre coincido con él. Pero, es mi hijo, y nuncalo juzgaría.

Mi aspirante a nuera (que no esmúsica, pero gusta de la música y suele cantar en coros), también tiene gustosmuy definidos, lo supe muy bien disfrutando de su presencia en casa por tresmeses. Pero, es alguien que aprecio y no la juzgaría porque no comparte misgustos musicales.

Mi esposa, que estudió música ypiano pero que no se considera música (aunque ha dirigido coros de niños poraños y canta en cuanto grupo puede), tiene un gusto muy conservador para misapreciaciones musicales, pero no tengo derecho a juzgar que ella es mejor opeor que yo en este sentido.

Yo, que también soy músico (tocoguitarra, piano y compongo), disfruto de música que le agrada a algunos y no aotros. ¿Por qué debo ser juzgado porque siento que una música con percusiónsuena mejor que una sin ella?

Uno de mis sobrinos, un jovencristiano honesto y cabal, compone y canta para un conjunto de Rap cristianoporque siente que es la única forma de llegar a un determinado grupo de gente,especialmente sus compañeros de universidad. ¿Quién soy yo para juzgarlo?

El espíritu inquisidor es aquelque se arroga a sí mismo el derecho de emitir la última palabra y juzga,condena y destruye a quién no piensa como él.

¿Qué pasaría hoy si algunos delos que buscan la “verdadera adoración” y otros en foros similares tuvieran elpoder que tuvo Tomás de Torquemada en la España medieval? Tiemblo al pensar enla actitud que algunos de esos “santos” defensores de la “verdadera adoración”podrían tener con un poco de poder. Me da mucha tristeza al pensar en elambiente que estarán generando en los lugares donde viven y “adoran”,convirtiéndose en jueces de sus hermanos. ¿Es ese el espíritu de Cristo?

Ha entrado en el cristianismocontemporáneo un afán de inquisición. Algunos creen estar en la verdad y nodudan en emitir los peores epítetos a quienes se atreven a poner en duda susargumentos. Hace algunos días una de esas personas me escribió diciéndome “nosotrosno estamos para juzgar, pero tenemos que llamar al pecado por su nombre…” Nosé, tal vez mis facultades mentales con la edad están fallando, pero al leersus opiniones lo único que veo es descalificación, juicio, exclusión ymanipulación de información, es decir, subjetividad donde se permite un solo tono…el que él y sus acólitos emiten.

Aceptar las diferencias

Hace algún tiempo estuve enAndrews University, una de nuestras universidades señeras y observé algo que mellamó la atención profundamente. Un amigo, docente de la Universidad, me guióel día sábado por las diferentes “iglesias” del campus. Él tenía un interésespecial para que un “sudaca” como yo entendiera que hay lugar para todos. Laiglesia principal albergaba tres cultos distintos, uno tradicional, a la usanzaantigua, para quienes les gusta este tipo de adoración. Luego había otro parafamilias, a medio camino entre lo tradicional y lo progresista. Finalmente, unopara jóvenes y gente adulta que aprecian la adoración contemporánea. Lo que vifue convivencia, tolerancia, ganas de adorar respetando las diferenciaspersonales.

Luego me llevó a otro edificiodonde adoraban al “estilo africano”, jóvenes procedentes de África con muchamúsica vocal interpretada con ritmos muy diferentes a los que conocía, conmucha percusión y movimiento corporal. Luego fuimos a una iglesia deafroamericanos, con palmas, movimientos corporales, ritmo, canto congregacionalcomo un inmenso coro donde todos participaban. Salí de allí lleno de energíacontagiosa.

El tour continuó por una iglesiacoreana, con melodías un tanto extrañas para mi gusto, me costó entender queestaban interpretando un himno tradicional, con un ritmo y algunos instrumentosmusicales que no conocía. El paseo terminó en la iglesia hispana, que tenía unestilo que debe ser de los años cincuenta, pero allí estaban, con cantosdecimonónicos, interpretados de una manera disonante para el mundo latino,pero, así entienden ellos que deben adorar.

He dado semanas de oración enmuchas universidades. En Venezuela me sorprendí al escuchar a los jóvenescantar en el culto, apagados, sin aire caribeño, sin embargo, el último día meinvitaron a una reunión al internado, y allí los jóvenes, con percusión yguitarras cantaban tan diferente que me costó entender que eran los mismos queparticipaban en los otros días. Cuando les expresé mi extrañeza una jovencitade ojos saltones y llena de alegría me dijo:

―Es que los más viejitos no lesgusta nuestra música, así que nos permiten que cantemos así sólo en elinternado porque no estamos en el templo.

Y allí afloró nuevamente otrotema, que nadie toca, que es la formalización de la adoración. ¿Tiene más valorla adoración en un templo que en otro recinto? Algo extraño sucede cuandopensamos así puesto que de esa forma de hecho anulamos la omnipresencia deDios.

He estado entre indígenas dePerú, con comunidades rumanas, con grupos yugoslavos, con latinos de Sudaméricay con otros que viven en otras geografías, con anglos y germanos, con italianosy españoles… La única conclusión que tengo es que el adorador es un factor queno puede ser sacado de la ecuación. Convertirme en juez de la adoración de otroes un derecho que no tenemos.

No quisiera que este análisisterminara en la superficialidad que también observo, en que hay música “ligth”y otra no… Eso es absurdo, tanto como la distinción infantil entre “himnos” y “coritos”…(los grandes himnos de la Biblia, alguna vez fueron eso, “coritos”). Tampococreo en ese absurdo de música “adventista” y música “evangélica” o “católica”.Cristo es uno solo y el cristianismo se vive desde diferentes perspectivas, esono me convierte en ecumenista, como algunos pensarán inmediatamente, sino entolerante y querer cumplir el mandato de Cristo de no juzgar a otros, empezandopor mis hermanos que también adoran a Cristo, pero pertenecen a otradenominación.

Algunos tratan de “expertos” soloa quienes apoyan su posición y descalifican a quienes no opinan como ellos. Sinembargo, otros “expertos” estamos en la otra vereda, con otra voz, ni mejor nipeor, sólo diferente, y no somos dueños de la verdad, pero la buscamosintensamente.

El otro día alguien me escribiódiciéndome de manera altanera:

―Es que nosotros estudiamos laBiblia y el espíritu de profecía.

Me sonreí y pensé para mí: ¿Quéhacemos los que enseñamos en facultades de teología? ¿Leer el Condorito? ¡Porfavor! ¡Más análisis, al menos eso!

Sería feliz que esta discusión seterminase. Pero no va a suceder. El pensamiento recalcitrante nunca muere. Perosi al menos logro que algunos entiendan la necesidad de no juzgar, lo queescribo habrá valido la pena.

Me despido escuchando el himno “Queseas mi universo” del pastor y cantante cristiano Jesús Adrián Romero, luegoescucharé a Del Delker, esa viejecita amorosa y que irradia paz, ambos meacercarán un poco a la sensación de estar en la gracia de Dios. Uno con ritmocontemporáneo y otro con uno tradicional, ¡me gustan ambos estilos! ¿No esacaso eso una locura? Voy a ir esta semana a un médico, capaz que me estoyponiendo esclerótico y no me he dado cuenta.

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