Es probable que creas que nunca has visto un Talibán, pero, no te engañes están por todos lados. Es probable que hoy día mismo hayas hablado con varios.
El mundo Talibán no es primado de Afganistán ni de las escuelas fundamentalistas Pakistanies. Es una actitud mental que excede a cualquier religión. No importa qué religión se profese, todas tienen sus talibanes.
El Talibán que llevamos dentro está constituido por todas aquellas actitudes que consideran que la religión debe imponerse a como de lugar.
La actitud Talibán hace de la intolerancia su religión y de convertirse en conciencia de otros su credo.
Todo el que tenga vocación de Talibán considerará que debe convertirse en aquel que dicte las normas y leyes para los demás.
El Talibán que llevamos dentro quiere convertirse en aquel que le diga a otro cómo debe vivir su vida religiosa.
Nosotros –los cristianos- no importa de qué denominación ni en qué tiempo vivamos tenemos y hemos tenido nuestros talibanes.
Fueron Talibanes los que crearon la Inquisición.
Fueron Talibanes los que inventaron que la Biblia no podría ser leída más que por unos cuantos “iluminados”.
Fueron Talibanes los que a nombre del amor de Jesús asesinaron niños, mujeres y ancianos porque no aceptaban el evangelio.
Fueron Talibanes los que inventaron que hay seres humanos de primera y segunda categoría relegando a la mujer a un estrato inferior sólo por ser mujer.
Son Talibanes los que hoy pretenden que si no vives el cristianismo del mismo modo que ellos lo pregonan estás irremediablemente condenado.
Son Talibanes los que convierten la intolerancia en su forma de vida y andan a cada paso juzgando las conductas y actitudes de las personas como si tuvieran la misteriosa capacidad de saber los motivos que hacen que las personas hagan lo que hacen.
Son Talibanes los que convierten a las iglesias en lugares donde todo es sospechosamente cuestionado. En vez de ser un refugio para el perdido hacen de los templos lugares donde se cuestiona la vida y la conciencia con la vara de sus propias medidas personales.
Son Talibanes los que tienen el doble discurso de decir que en Jesucristo somos todos hermanos, pero discriminan por raza, sexo o condición social.
Antes de tirarles piedras a los Talibanes de Afganistán sería bueno que nos miráramos de frente al espejo de la Palabra y el espíritu de profecía para que nos veamos tal como somos:
La Biblia enseña que toda verdad debe ser dicha en amor (Ef 4:15) de donde se desprende que verdad sin amor no es verdad. Cuando se agrede a otra persona en aras de la verdad con ese gesto se degrada lo que se pretende enseñar, aunque sea la verdad más excelsa. Cuando se descalifica a otro convirtiéndolo en enemigo simplemente porque no está de acuerdo con el punto de vista que sustento, entonces, caemos en un juego no digno para la Verdad que sustentamos.
“Negamos a Jesús como al que quita los pecados del mundo si, después de aceptar la verdad, no revelamos al mundo los efectos santificadores de la verdad. Sino somos hombres y mujeres mejores, si no somos más bondadosos, más compasivos, más corteses, más llenos de ternura y amor; si no manifestamos a otros el amor que indujo a Jesús a venir al mundo en misión de misericordia, no somos testigos ante el mundo del poder de Cristo” (Elena G. de White, A fin de conocerle, 309).
No estamos llamados a ser conciencia de otros. Lo dice Pablo claramente al afirmar “¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por la conciencia de otro?” (1 Cor 10:29).
“Existen derechos que pertenecen a todos los individuos. Tenemos una individualidad y una identidad que es nuestra. Nadie pueda sumergir su identidad en la de algún otro. Cada uno debe actuar por sí mismo, de acuerdo con los dictados de su propia conciencia” (Elena G. de White, Special Testimonies, serie A, número 9, p. 58) “Dios no quiere que nadie sea conciencia para otros” (Elena G. de White, Conducción del niño, 404).
Jesús dijo “¿por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y dejas de ver la viga que está en tu ojo?” (Mat 7:3), en otras palabras, antes de acusar a alguien observa primero tu conducta, porque nadie está libre de culpa… ¡Nadie!
“Según la figura empleada por el Salvador, el que se complace en un espíritu de crítica es más culpable que aquel a quien acusa; porque no solamente comete el mismo pecado, sino que le añade engreimiento y murmuración” (Elena G. de White, El discurso maestro de Jesucristo, 108).
Aún tengo pegada en mi retina las imágenes que contemple en el Museo de la Inquisición en Lima. Aún siento el inmenso malestar de ver que todo aquello se hizo a nombre del amor de Cristo. Aún tengo deseos de llorar cuando comprendo que ese espíritu no ha fenecido y está plenamente vigente.
La moral Talibán no ha muerto. Debemos estar alerta para no permitir que un espíritu diferente al Espíritu Santo domine nuestras vidas e impida que cumplamos la misión que Dios nos a encomendado de traer vida a un mundo que perece… junto con los talibanes.
"Me he quedado impactado, cuanta arrogancia que escondemos. Gracias por mostrarnos esta realidad".
ResponderEliminar"Interesante articulo Pastor! nos hace reflexionar mucho".
ResponderEliminar"Gracias por este gran artículo, pastor! Lo he compartido en mi perfil ya que es de necesaria lectura!!"
ResponderEliminar"Muy cierto..."
ResponderEliminar"Bendiciones pastor.. ahi dodne se encuentre.. Dios me lo bendiga..."
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